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¿Por qué se celebran las fiestas de San Cayetano, San Lorenzo, y La Paloma? 

La Verbena Madrileña: Tradición con más historia de la que imaginamos

La ciudad de Madrid, durante los calurosos meses de verano, se transforma en un escenario de verbenas. Las fiestas tradicionales más representativas de la capital. Los madrileños que permanecen en la ciudad no dudan en sumarse a las festividades más populares y auténticas que Madrid ofrece. El verano, sin duda, es la mejor época para apreciar que Madrid es una urbe de contrastes, una simbiosis entre tradición y modernidad, y qué mejor manera de experimentarlo que disfrutando de una auténtica verbena.

La raíz de esta celebración arraigada en la cultura madrileña proviene de un origen botánico, tomando el nombre de una pequeña planta, la “verbena” (Verbena officinalis), con delicadas flores de color rosa pálido. Desde tiempos antiguos, esta planta se utilizaba ampliamente por sus supuestas propiedades curativas. Era recolectada con la llegada del solsticio de verano, y a partir de ella se elaboraban diversos remedios y ungüentos para tratar diversas dolencias. También se empleaba en rituales y ofrendas a las divinidades paganas, que se llevaban a cabo desde la madrugada hasta el amanecer. En el siglo IV, con la decadencia del Imperio Romano, la Iglesia Católica decidió tomar el control de muchas de estas celebraciones paganas, anulándolas o transformándolas en festividades religiosas. Entre ellas se encontraba el solsticio de verano, que se convirtió en la Fiesta de San Juan.

Durante la Edad Media, los rituales nocturnos que involucraban la verbena ganaron popularidad. Especialmente en la noche de San Juan, se llevaban a cabo para atraer el amor y la fertilidad bajo la luz de la luna. La planta verbena florecía abundantemente en las primaveras madrileñas, y durante el Siglo de Oro, en la noche de San Juan, los jóvenes salían a los campos a recoger matas y flores para coronarse con verbena y cantarle serenatas a sus enamoradas. La planta tenía diversas aplicaciones terapéuticas, como sedante, estimulante de la lactancia materna y antiinflamatorio. También se consideraba un remedio contra la resaca para contrarrestar los efectos del vino. Además, las novias solían ocultar flores de verbena bajo sus vestidos el día de su boda, buscando asegurarse un matrimonio feliz. La expresión “coger la verbena” se popularizó en el siglo XVIII para referirse a madrugar la noche del 23 al 24 de junio y recolectar la planta para usarla en medicina casera. Con el tiempo, la noche de San Juan se convirtió en una ocasión para celebrar un gran festín popular tras la recogida de la verbena, y esta tradición fue adoptando el nombre de la planta, convirtiéndose así en lo que hoy conocemos como “verbena”.

Hacia mediados del siglo XIX, estas festividades se extendieron por toda la ciudad, ofreciendo a los madrileños de clases humildes la oportunidad de disfrutar después de un año de arduo trabajo. En una época sin vacaciones y con poco desarrollo turístico, estos días festivos veraniegos eran una ocasión para reunirse con familiares, amigos y vecinos.

Las comunidades de los barrios se unían para decorar balcones con mantillas, y las calles se llenaban de pañuelos y guirnaldas de papel. Se organizaban bailes, pasacalles y se compartía comida y bebida en las plazas o patios de las corralas, rompiendo con la monotonía y rigidez de la vida cotidiana.

Las verbenas congregaban a diversos personajes populares del Madrid del siglo XIX, como modistillas, violeteras, cigarreras, aguadores, organilleros y barquilleros, además de los inconfundibles chulapos madrileños. El chotis, baile típico madrileño, sonaba al ritmo del organillo mientras se disfrutaban de las tradicionales gallinejas, entresijos y limoná, una bebida a base de vino blanco, zumo de limón, azúcar y canela.

La emoción y los preparativos para recolectar la verbena aumentaban, dando lugar a un gran festín que luego se transformó en una tradición con el nombre de “ir de verbena”, reemplazando expresiones antiguas como “ir al baile”.

San Lorenzo, San Cayetano y La Paloma

Y como hemos dicho, las verbenas, pasaron a tener un carácter religioso dedicado a diferentes santos, vinculándose profundamente con la cultura y tradiciones locales. Entre las numerosas verbenas que adornan el calendario madrileño, tres de las más destacadas son las Fiestas de San Cayetano, las Fiestas de San Lorenzo y las Fiestas de La Virgen de la Paloma.

San Cayetano San Lorenzo La Paloma 2023

Las Fiestas de San Cayetano tienen lugar durante la primera semana de agosto en el barrio de Embajadores. El día 7 de agosto es el día de San Cayetano, y las festividades se centran en torno a la Iglesia de San Millán y San Cayetano, ubicada en la calle de Embajadores y sus alrededores.

En la iglesia de San Cayetano se encuentra la imagen de este santo, ante la cual los devotos acuden cada 7 de agosto para besarle el pie derecho. Durante la procesión, muchos buscan atrapar una flor del trono, pues según la tradición, esto asegura trabajo durante el próximo año. ¿Por qué esta asociación con el trabajo? La respuesta radica en que San Cayetano es considerado el patrón de los gestores administrativos y de los desempleados. La historia cuenta que este santo siempre estuvo al lado de los pobres y enfermos, despojándose de todos sus bienes y dedicando su vida a ayudar a los más necesitados. Incluso en situaciones apremiantes, hacía sonar una campanita para solicitar ayuda.

Para celebrar San Cayetano, los vecinos siguen la tradición que sus antepasados iniciaron en la calle del Oso: repartir la famosa “limoná” que ellos mismos elaboran.

Otra festividad relevante es la de San Lorenzo, que tiene lugar del 10 al 12 de agosto en el pintoresco barrio de Lavapiés. El día 10 de agosto se celebra el día de San Lorenzo, y la iglesia dedicada a este santo se encuentra en la calle Doctor Piga.

La figura de San Lorenzo, quien vivió en el siglo III, también estuvo muy cercana a los necesitados. Tras la muerte del Papa, se le encomendó realizar un inventario de los bienes, pero en lugar de ello, los distribuyó entre los más pobres. Además, entregó a sus superiores a los leprosos de la ciudad, argumentando que aquel era el verdadero patrimonio de la Iglesia. Estos hechos condujeron a su condena, y fue ejecutado en una parrilla un 10 de agosto.

Finalmente, el plato fuerte de las verbenas de agosto llega entre el 13 y el 15 de agosto con las celebraciones en honor a La Virgen de la Paloma. Esta advocación es una de las más conocidas y queridas por los madrileños, considerada la patrona popular de la ciudad, aunque la patrona oficial es la Virgen de la Almudena.

La historia de estas fiestas es singular, ya que no se homenajea a una figura religiosa, como es tradicional en nuestra cultura católica, sino a un lienzo. En 1787, una devota mujer llamada Isabel Tintero encontró a unos niños jugando con un cuadro con la imagen de una virgen en la calle. Ella rescató y restauró el lienzo, ubicándolo en la puerta de su casa. Con el tiempo, la fama de la Virgen creció, y decidieron construir una iglesia para acoger a todos los fieles que venían a visitarla. Finalmente, la iglesia fue nombrada de La Paloma por la calle en la que se encuentra.

La verbena en honor a La Virgen de la Paloma se desarrolla en lugares como la Plaza de la Paja, la Plaza de la Cebada, la carrera de San Francisco o los jardines de Las Vistillas. Durante estas festividades, las calles se engalanan con mantones y guirnaldas, y los chulapos protagonizan desfiles improvisados con sus trajes típicos. Esta festividad cuenta incluso con una zarzuela que lleva su nombre, siendo la celebración madre de las fiestas que tienen lugar en la primera quincena de agosto.